Jugando ajedrez

Se escuchan decenas de ruidos provenientes de diferentes lugares, risas, gritos y música llegan desde todos los ángulos para llamar la atención y crear una atmosfera cargada de sensaciones.

Pero es allí en medio del caos donde Luis encuentra la calma y la concentración que necesita para jugar, es un juego de paciencia de táctica y seguridad en el que un buen tinto y un cigarrillo no pueden faltar ya que la partida no estaría completa.

Es una fila extensa llena de mesas, jugadores y espectadores tan solo observando o esperando su turno para ganar o perder, pero en todo caso para utilizar su mente en jugadas estratégicas y dejarse envolver por aquel ambiente único que brinda la carrera séptima a todos estos jugadores que llegan con sol o lluvia a distraer un poco la costumbre.

Luis es pensionado, tiene tres hijos una esposa y su vivienda queda ubicada en la localidad de suba; la distancia no evita que emprenda dos y hasta tres veces por semana esta travesía por una mesa de ajedrez “jugar en la casa no es lo mismo” responde al preguntarle él porque de tan extenso viaje pero que según él no cambiaría por nada porque allí “se conoce mucha gente y el ambiente de la séptima no lo tiene ningún otro lugar”.

Él llega con calma mirando muy bien que mesa será la que le permitirá la mejor partida saca un cigarrillo lo enciende y se sienta observando muy bien a su oponente moviendo las fichas en su mente y tratando de adelantarse a la mente de su adversario; para Luis no hay nada más gratificante que una buena partida de ajedrez y no ser el único que lo disfruta lo hace aún más feliz.

Los minutos transcurren placenteros para Luis quien agota una mañana de juego más y se dispone a partir para alcanzar el almuerzo tardío que tiene su esposa y pensando aun que pudo haber hecho mejor para ganar más rondas o que hará la próximas que visite una de las tantas mesas que adornan el lugar.