El arte en las manos de Ramiro
Es una tarde gris y el ambiente se siente frío pero para Ramiro es solo una tarde más de oportunidades y de dinero por conseguir; a pesar de que la lluvia hizo que la gente corriera para no mojarse, ya se empiezan a ver rostros curiosos caminar por la calle a la expectativa de que les ofrecerá la séptima el día de hoy y para esto esta Ramiro para ganarse la vida un día a la vez.
Este Bogotano de 42 años acude todos los días a la séptima, se ubica donde encuentra lugar, donde se ve, va a ser un día prospero. Para el esta calle es su oficina, su lugar diario y el que le permite llevar a su hogar algo de dinero para el sustento.
Ramiro vive con su esposa y sus dos hijos uno en primero y el otro aun con nueve meses, ellos al igual que Miryam su esposa son el motivo para que a pesar de la lluvia y a pesar del sol este Bogotano busque la forma de salir adelante.
El arte de la pintura lo aprendió de su padre y aunque la tarea era distinta y este se encargaba de fachadas y habitaciones, Ramiro descubrió que sus manos tenían el talento de recrear las obras que su mente le mostraba o que veía en las calles y fue así como al ver que el trabajo era escaso y las necesidades abundantes emprendió este oficio que por más de cinco años le ha permitido comer y tener un hogar.
En sus materiales se encuentran latas de diferentes colores, los lienzos, las bolsas por si la lluvia sorprende, una caja para apoyar, dos sillitas, sus guantes y el amplificador que le permite hacerse escuchar y que si bien no todos los que pasan se detengan frente a él si la gran mayoría porque si bien la naturaleza lo doto de talento en sus manos el tiempo y la búsqueda del porvenir lo doto de carisma y la actitud para llamar a su público, a su clientela.
El hace sus cuadros en 7 minutos, el tiempo justo para captar la atención de quien se detiene a observarlo, el tiempo justo para ofrecer una papeleta de números con la valiosa oportunidad de ganar un cuadro por tan solo dos mil pesitos que se convierten en tres mil o cuatro mil cuando la suerte no llega en la primera rifa y el espectador se deja cautivar por el talento hasta ofrecer más por la oportunidad, esta oportunidad que Ramiro valora y busca para poder conseguir en un día de trabajo lo necesario para alimentar a su familia, brindarles techo y quien sabe, quizás, si es un buen día un helado y una salida a pasear.
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